
Su carta se renueva cada mes y los ocho comensales pagan unos mil euros por un menú vanguardista basado en la cocina tradicional japonesa kaiseki. Originalmente esta expresión se refería a una piedra caliente que los monjes zen se colocaban en el cinturón para calmar el hambre y calentar sus estómagos.
La preparación y presentación de un kaiseki supone una estudiada organización de elementos cuya finalidad es armonizarlo todo, los ingredientes de cada plato tienen que tener un color, sabor y textura distinta, no pueden repetirse a lo largo del menú y sólo se pueden cocinar productos de temporada.
El propietario y creador del restaurante es Hiroyoshi Ishida, un monje budista apasionado de la espiritualidad y la tradición que es reverenciado por los mejores cocineros del mundo. Para Ferran Adriá es un cocinero mágico que cocina con el alma, además comenta que conocer al Sr. Ishida ha sido una de las experiencias más importantes de su vida profesional.
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