Este comentario está dedicado a Juli Soler, él hizo realidad nuestro sueño de cenar en El Bulli, nos pareció una persona especial antes de ir, pero cuando le conocimos en persona, nos trató con cariño, como si fuésemos alguien de la familia, nos hizo sentir como en casa. Eso se lo agradeceremos siempre. EL ESPECIERO nació el 7 de julio de 2007, un mes después de nuestra primera visita a El Bulli, y mañana cumple 8 años. Aunque últimamente escribo menos, sigo teniendo la misma motivación que cuando empecé: me gusta, me apetece y soy feliz haciéndolo.
Juli Soler, director y copropietario con Ferran Adrià de elBulli, es el principal protagonista para comprender la evolución de elBulli desde sus orígenes, hasta convertirse en el restaurante más influyente de la historia.
Aunque estaba unido al mundo de la restauración desde que tenía 13 años como camarero-encargado del negocio familiar, durante bastantes años encauzó su carrera profesional hacia el mundo de la
música, que junto con el vino era una de sus grandes pasiones. En su juventud montó varios negocios, entre ellos una tienda de discos, discotecas, además de organizar conciertos e importar él mismo discos de rock desde Francia o Inglaterra.
Pero en diciembre de 1980 dejó definitivamente el mundo profesional de la música para volver al de la gastronomía y dirigir elBulli. Aceptó la propuesta del matrimonio formado por el Dr. Hans Schilling y su esposa Marketta, los creadores y antiguos propietarios de elBulli, porque el doctor Schilling y Juli Soler coincidían en una misma manera de entender la gastronomía, ya que además del negocio les interesaba la gastronomía dirigida a hacer feliz al comensal, aunque con rigor y conocimientos. Durante unos meses se dedica a ponerse al día visitando los grandes restaurantes de Europa y el 15 de marzo de 1981 empezó la primera temporada de Juli Soler como director de elBulli.
Su relación con Ferran Adriá comenzó en agosto de 1983, cuando el cocinero realizó en elBulli un stage de un mes aprovechando sus vacaciones en el servicio militar. Juli Soler le vuelve a llamar cuando terminó el servicio militar para que se incorporara a la plantilla y en 1984 le confía el puesto de jefe de cocina.
En 1990 Juli Soler, junto con Ferran Adrià, crean su propia empresa y se convierten ya ambos en los propietarios del restaurante. Pasaron muchos años de apuros económicos desde sus inicios empresariales hasta que se consolidó su nuevo concepto de negocio, basado en el valor de la marca de Ferran Adriá, al que Juli Soler cede todo el protagonismo mediático. Los restaurantes de cocina de vanguardia no dan dinero y, aunque parezca mentira, elBulli existe gracias a que se financiaba con otros negocios creados a partir de la marca de Ferran Adriá y elBulli, como son las conferencias y congresos, los libros, la publicidad, los programas de televisión o las asesorías y acuerdos con marcas de alimentación o cadenas hoteleras.
Otra de las aportaciones de Juli Soler a la gastronomía de vanguardia fue el servicio de sala, que para él consistía en algo más que transportar bandejas con comida. En elBulli instauró un modelo de coordinación y complementariedad entre el trabajo de la cocina con el equipo de sala y los sumilleres que Juli Soler ha formado en elBulli. La atención del equipo de elBulli es una combinación de respeto, cariño y generosidad, con un estilo de servicio informal, para conseguir así que los clientes se relajen y disfruten al máximo de la experiencia. Aunque la mayoría sólo hablaba del menú degustación que preparaba Ferran Adriá, en elBulli el servicio de sala estaba al mismo nivel que los platos, y el ritmo del servicio en los más de 30 platos que componen el menú, entre cócteles, snacks, tapas/platos, avant postres, postres y morphings, era impresionante.
Juli Soler también era el responsable en elBulli del mundo del vino, una de sus grandes pasiones, disponiendo la bodega del restaurante de más de 1600 referencias. Juli se consideraba un aprendiz en el mundo del vino, ya que era una asignatura que no tenía límites, y según su opinión lo que realmente te acababa convirtiendo en un verdadero experto era la experiencia, el trasiego, la degustación y el vivir y disfrutarlo. De igual modo, opinaba que aunque el comensal no fuera un experto o desconociera el mundo del vino, ningún sumiller conoce mejor los gustos del cliente que el cliente mismo. Su objetivo era que en elBulli los sumilleres aconsejara a los comensales la bebida más conveniente en cada ocasión, pero siempre sobre la base de los gustos del cliente.
De igual forma, Juli Soler también empezó a llevar a los clientes a la cocina, un ritual que seguían todos los clientes que visitaban elBulli. Juli Soler comentaba que en su época en las cocinas se respiraba un ambiente cerrado y secreto y se gritaba mucho. Además, descubrió que si entrabas en la cocina con una visita, los cocineros dejaban de gritar y aunque las tensiones no desaparecían, sí se reducían, y él comenta que siempre ha querido combatir los gritos.
Asimismo, pensaba que en elBulli todo debía estar abierto y dejar que los conocimientos fluyan y se compartan, por lo que Juli Soler dirigía su propia editorial, elBullibooks, con el objetivo de catalogar y divulgar su trabajo. En cuanto a todos los premios, estrellas o reconocimientos que reciben, Juli Soler consideraba que son algo subjetivo y relativo, aunque los comparten con el equipo de elBulli y sus familias, además de que son un reconocimiento para toda la profesión.
Despúes de llevar elBulli hasta el límite de lo que el formato de un restaurante podía dar de sí, como última vuelta de tuerca Juli Soler y Ferran Adriá cerraron su puertas el 30 de julio de 2011 para convertirlo en una fundación, de la que Juli Soler fue director ejecutivo hasta que en octubre de 2012 abandonó el cargo por motivos de salud.
Vídeo de la entrevista que IESE Business School realizó a Juli Soler en diciembre de 2008 para preparar su estudio La receta mágica de elBulli.