17 de noviembre de 2015

TAPAS 3.0 DE SALAMANCA


Tapas 3.0 es el nuevo formato de restauración informal y de calidad en un ambiente cómodo, propuesto por la pareja formada por Jorge Lozano, al frente de los fogones, y Soraya Sánchez, como responsable del servicio. 

Sin admitir reservas y con una carta única en la barra, el comedor y la terraza, la nueva oferta gastronómica del local situado en la calle Sánchez Barbero nº 9, al lado de la calle Rua Mayor en pleno centro histórico de Salamanca, y a apenas 100 metros del Tapas 2.0 de la calle Felipe Espino, consta de tapas, platos, botijos, productos y bocatas de autor.


Además de una amplia carta de tapas y raciones, Tapas 3.0 ofrece bocatas de autor, que distan mucho de los montaditos o de lo que hayas podido probar hasta ahora entre dos panes, y los botijos, recipientes de barro refractarios creados para Tapas 3.0  en el pueblo zamorano de Pereruela de Sayago, en los que disfrutaras de guisos tradicionales que entonan el cuerpo y el alma.

6 de julio de 2015

SE FUE JULI SOLER, UNA LEYENDA EN EL MUNDO DE LA GASTRONOMÍA

Este comentario está dedicado a Juli Soler, él hizo realidad nuestro sueño de cenar en El Bulli, nos pareció una persona especial antes de ir, pero cuando le conocimos en persona, nos trató con cariño, como si fuésemos alguien de la familia, nos hizo sentir como en casa. Eso se lo agradeceremos siempre. EL ESPECIERO nació el 7 de julio de 2007, un mes después de nuestra primera visita a El Bulli, y mañana cumple 8 años. Aunque últimamente escribo menos, sigo teniendo la misma motivación que cuando empecé: me gusta, me apetece y soy feliz haciéndolo.

Juli Soler, director y copropietario con Ferran Adrià de elBulli, es el principal protagonista para comprender la evolución de elBulli desde sus orígenes, hasta convertirse en el restaurante más influyente de la historia.

Aunque estaba unido al mundo de la restauración desde que tenía 13 años como camarero-encargado del negocio familiar, durante bastantes años encauzó su carrera profesional hacia el mundo de la música, que junto con el vino era una de sus grandes pasiones. En su juventud montó varios negocios, entre ellos una tienda de discos, discotecas, además de organizar conciertos e importar él mismo discos de rock desde Francia o Inglaterra.

Pero en diciembre de 1980 dejó definitivamente el mundo profesional de la música para volver al de la gastronomía y dirigir elBulli. Aceptó la propuesta del matrimonio formado por el Dr. Hans Schilling y su esposa Marketta, los creadores y antiguos propietarios de elBulli, porque el doctor Schilling y Juli Soler coincidían en una misma manera de entender la gastronomía, ya que además del negocio les interesaba la gastronomía dirigida a hacer feliz al comensal, aunque con rigor y conocimientos. Durante unos meses se dedica a ponerse al día visitando los grandes restaurantes de Europa y el 15 de marzo de 1981 empezó la primera temporada de Juli Soler como director de elBulli.

Su relación con Ferran Adriá comenzó en agosto de 1983, cuando el cocinero realizó en elBulli un stage de un mes aprovechando sus vacaciones en el servicio militar. Juli Soler le vuelve a llamar cuando terminó el servicio militar para que se incorporara a la plantilla y en 1984 le confía el puesto de jefe de cocina.

En 1990 Juli Soler, junto con Ferran Adrià, crean su propia empresa y se convierten ya ambos en los propietarios del restaurante. Pasaron muchos años de apuros económicos desde sus inicios empresariales hasta que se consolidó su nuevo concepto de negocio, basado en el valor de la marca de Ferran Adriá, al que Juli Soler cede todo el protagonismo mediático. Los restaurantes de cocina de vanguardia no dan dinero y, aunque parezca mentira, elBulli existe gracias a que se financiaba con otros negocios creados a partir de la marca de Ferran Adriá y elBulli, como son las conferencias y congresos, los libros, la publicidad, los programas de televisión o las asesorías y acuerdos con marcas de alimentación o cadenas hoteleras.

Otra de las aportaciones de Juli Soler a la gastronomía de vanguardia fue el servicio de sala, que para él consistía en algo más que transportar bandejas con comida. En elBulli instauró un modelo de coordinación y complementariedad entre el trabajo de la cocina con el equipo de sala y los sumilleres que Juli Soler ha formado en elBulli. La atención del equipo de elBulli es una combinación de respeto, cariño y generosidad, con un estilo de servicio informal, para conseguir así que los clientes se relajen y disfruten al máximo de la experiencia. Aunque la mayoría sólo hablaba del menú degustación que preparaba Ferran Adriá, en elBulli el servicio de sala estaba al mismo nivel que los platos, y el ritmo del servicio en los más de 30 platos que componen el menú, entre cócteles, snacks, tapas/platos, avant postres, postres y morphings, era impresionante.

Juli Soler también era el responsable en elBulli del mundo del vino, una de sus grandes pasiones, disponiendo la bodega del restaurante de más de 1600 referencias. Juli se consideraba un aprendiz en el mundo del vino, ya que era una asignatura que no tenía límites, y según su opinión lo que realmente te acababa convirtiendo en un verdadero experto era la experiencia, el trasiego, la degustación y el vivir y disfrutarlo. De igual modo, opinaba que aunque el comensal no fuera un experto o desconociera el mundo del vino, ningún sumiller conoce mejor los gustos del cliente que el cliente mismo. Su objetivo era que en elBulli los sumilleres aconsejara a los comensales la bebida más conveniente en cada ocasión, pero siempre sobre la base de los gustos del cliente.

De igual forma, Juli Soler también empezó a llevar a los clientes a la cocina, un ritual que seguían todos los clientes que visitaban elBulli. Juli Soler comentaba que en su época en las cocinas se respiraba un ambiente cerrado y secreto y se gritaba mucho. Además, descubrió que si entrabas en la cocina con una visita, los cocineros dejaban de gritar y aunque las tensiones no desaparecían, sí se reducían, y él comenta que siempre ha querido combatir los gritos.

Asimismo, pensaba que en elBulli todo debía estar abierto y dejar que los conocimientos fluyan y se compartan, por lo que Juli Soler dirigía su propia editorial, elBullibooks, con el objetivo de catalogar y divulgar su trabajo. En cuanto a todos los premios, estrellas o reconocimientos que reciben, Juli Soler consideraba que son algo subjetivo y relativo, aunque los comparten con el equipo de elBulli y sus familias, además de que son un reconocimiento para toda la profesión.

Despúes de llevar elBulli hasta el límite de lo que el formato de un restaurante podía dar de sí, como última vuelta de tuerca Juli Soler y Ferran Adriá cerraron su puertas el 30 de julio de 2011 para convertirlo en una fundación, de la que Juli Soler fue director ejecutivo hasta que en octubre de 2012 abandonó el cargo por motivos de salud.

Vídeo de la entrevista que IESE Business School realizó a Juli Soler en diciembre de 2008 para preparar su estudio La receta mágica de elBulli.


16 de febrero de 2015

LA GELATINA CALIENTE DE AGAR AGAR

El equipo de El Bulli y Ferrán Adriá son responsables de la mayoría de técnicas, conceptos y elaboraciones que se siguen utilizando en la cocina de vanguardia actual, como es el caso de la gelatina caliente, algo que en un principio parecía imposible, ya que la gelatina tiene la propiedad de ser líquida al calor y solidificarse al frío, y sólo es posible en entornos fríos, donde se dan las condiciones químicas para su creación.

Pero gran parte de los descubrimientos se originan de forma casual, y así fue como nació la gelatina caliente,  uno de los encargos de Ferrán Adrià para el taller de El Bulli.

El equipo de El Bulli estaba comiendo en un establecimiento japonés de Barcelona, cuando comprobaron que la sopa contenía unos elementos gelatinosos de agar - agar, que no se deshacían con el calor

Albert Adriá y Oriol Castro comenzaron triturando los filamentos de agar - agar  típicos de las ensaladas chinas, y así fue como en 1998 la gelatina caliente se incorporó al mundo de la alta cocina, gracias al agar - agar, un gelificante que soporta temperaturas de hasta 85 °C y que permite la elaboración de gelatinas calientes.

El agar - agar es un elemento que se extrae a partir de las algas y, aunque en Japon ya se utilizaba como gelificante desde el siglo xv, entró por primera vez en la alta cocina en el año 1998, con la gelatina caliente de manzana y helado de roquefort, un plato de El Bulli basado en el contraste de sabores, texturas y temperaturas, en el que el sabor picante, salado e intenso del helado de roquefort combinaba con el gusto ácido de la gelatina caliente de manzana.

Del mismo modo, en el terreno de la búsqueda técnico-conceptual El Bulli también incorporó una nueva visión de la gelatina fría, debido a que el agar - agar les permitió obtener láminas de gelatina, que se utilizaron como nueva pasta (tagliatelle, raviolis, etc.).

EMOCIÓN CREATIVA

Adriá comenta que cuando en julio de 1998 se sirvió por primera vez en la historia un plato con gelatina caliente, el sorbete de roquefort con gelatina caliente de manzana, los comensales lo comieron sin más, lo veían normal, quizás pensaban que la gelatina caliente ya existía o no lo sabían.

Para Ferrán Adriá, cuando se acude un restaurante de vanguardia se busca algo más que comer, se busca la emoción creativa, pero ésta sólo aparece cuando somos conscientes de que estamos probando o experimentando algo nuevo, ya que si no disponemos de información, no nos enteramos de que estamos ante algo único e irrepetible, por lo que la conexión entre el valor objetivo del proceso creativo y la percepción subjetiva del cliente es muy complicada. 

Si el cliente  no sabe que va a comer algo nuevo,  puede que gastronómicamente  el plato les guste más o menos, pero no va a disfrutar de la emoción creativa, ya que no es consciente de la trascendencia de ese instante. 

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